La diferencia la hace la comunidad
Niño Yaqui observa su territorio en el cerro Abaskauri de Tórim. (Foto: Raquel Padilla).
CIUDAD OBREGÓN
Al Territorio Yaqui (escrito con inicial mayúscula por su relevancia etnopolítica) lo atraviesan, ocupando amplias extensiones de superficie, las torres de la Comisión Federal de Electricidad, un poliducto de Petróleos Mexicanos, la carretera de cuota federal internacional Número 15, líneas de fibra óptica de Teléfonos de México y las vías de ferrocarril.
Quienes los operan, ya sea empresas privadas o gobierno, generan diariamente millones de pesos en utilidades, de los cuales la Tribu Yaqui no recibe uno solo en compensación por el uso de su suelo. Hay además un inconcluso gasoducto que al momento se encuentra detenido gracias a la obcecada valentía y claridad del Pueblo Yaqui de Loma de Bácum, el cual se ha negado a firmar la autorización para que cruce por su jurisdicción.
Aunado a todo esto, desde hace más de dos décadas se extrae del subsuelo Yaqui, agua potable que es conducida por medio de un acueducto denominado Yaqui-Guaymas, el cual cruza todo el Territorio para abastecer del vital líquido a las ciudades de Empalme, Guaymas y San Carlos. Es agua que el gobierno vende a los ciudadanos, de cuyas exacciones no es beneficiaria la Tribu de ninguna forma. Esto se ha logrado con la clásica estrategia de los espejitos, pues tanto empresarios como gobiernos en turno han firmado acuerdos de inversión y desarrollo con las autoridades tradicionales Yaquis, que nunca han sido concretados.
En épocas más recientes el gobierno del estado de Sonora ha acometido contra la Tribu Yaqui mediante el “despojo institucional” (como bien lo llama el doctor José Luis Moreno, investigador de El Colegio de Sonora) del agua del Río Yaqui, que se realiza desde la construcción y operación del Acueducto Independencia. Es una obra que inició en el sexenio panista de Guillermo Padrés y que continúa maniobrando, pese a las promesas de campaña, en el priísta de Claudia Pavlovich.
Este proyecto trasvasa millones de metros cúbicos de agua propiedad de la Tribu Yaqui, mismos que previamente son interceptados en la presa Plutarco Elías Calles, conocida como El Novillo. Así, el agua del Río Yaqui termina desembocando en la zona industrial de Hermosillo y hacia nuevos desarrollos inmobiliarios. Ante estas embestidas que no han dado descanso al Pueblo Yaqui, es fundamental que este conozca sus derechos y sepa cómo ejercerlos.
He tenido personalmente la fortuna y satisfacción de participar como capacitadora en cursos y en reuniones de análisis sobre derechos indígenas y peritajes sobre patrimonio indígena. Bajo esta tesitura, por ejemplo, hace unos meses en instalaciones del Instituto Tecnológico de Sonora, en Ciudad Obregón, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), mediante la Coordinación Nacional de Antropología y del Centro INAH Sonora, compartió un curso sobre el tema mencionado, dirigido primordialmente a miembros de pueblos originarios de Sonora y de redes de apoyo a estos.
La decisión de llevarlo a cabo en el municipio de Cajeme recayó en el hecho de que en el sur de Sonora habita la mayor parte de la población indígena del estado. Los asistentes fueron Yaquis y mayos en su mayoría, sobre todo promotores culturales. Acudió también una estudiante de doctorado de la Universidad de Helsinki y una activista que ofrece apoyo a indígenas en Baja California.
El Río Yaqui, en Vícam, lleva el nombre de los originarios del Territorio, quienes se resisten a la colonización. (Foto: Félix Espinoza).
El curso tuvo una duración de tres días y fue compartido por el doctor Francisco López Bárcenas, asesor de la Coordinación Nacional de Antropología en materia de derechos culturales. Tuvo el apoyo docente del doctor José Luis Moctezuma del Centro INAH Sonora y de la suscrita. El curso dio principio con la pregunta al aire lanzada por López Bárcenas a los asistentes: “¿Ustedes creen que forman parte de un pueblo colonizado?”.
La respuesta fue un NO tajante y al unísono. Posteriormente vino mi exposición sobre la histórica resistencia indígena en Sonora y enseguida José Luis Moctezuma disertó sobre el derecho de los pueblos originarios a ejercer su identidad y hablar su lengua. Posteriormente, López Bárcenas desarrolló el contenido de los derechos en general, enfatizando la diferencia entre los que son de carácter individual y los que competen a las colectividades.
A muy grandes rasgos, en el curso se abordaron los temas de la autonomía y el territorio indígenas, y un tópico fundamental y muy profundizado fue el derecho a la consulta. El interés por parte de los asistentes fue notorio, con sesudas intervenciones, preguntas y comentarios. Hubo sobre todo un ambiente de comodidad y respeto que permitió que tanto los facilitadores como el público pudieran desenvolverse a sus anchas.
Al final, los asistentes indígenas comprendieron que sus derechos descansan en su calidad de "colectivos", y que por ende tienen la facultad de ejercer la autonomía, es decir, a autoafirmarse (proclamarse existentes como pueblo); autodefinirse, o sea determinar quiénes conforman su pueblo; autolimitarse, esto es determinar hasta dónde llega su pueblo en términos geográficos y culturales; y autodisponer, lo cual implica organizarse de la manera que más les conviene de acuerdo a sus sistemas normativos o usos y costumbres.
Los destinatarios del curso constataron, con base a las alocuciones de los expositores y sobre todo, a su propia experiencia como indígenas, que los procesos de consulta de los recientes megaproyectos que se han instalado o se pretenden instalar en sus territorios, no han sido llevados de manera adecuada, comprendiendo así que sí están sufriendo de un proceso colonizador paulatino pero que puede llegar a ser fulminante. Al final, vislumbraron que solo en comunidad, apelando a su condición de "pueblos indígenas", podrán mantener la integridad de sus territorios y recursos naturales, para la estabilidad y persistencia de sus culturas ancestrales.